Como cuando en el colegio
hay un niño que te quita la torta en el recreo, se burla de ti, ofende a toda
tu familia, y sin embargo, lo invitas a tu casa para jugar canicas, pensando
que actuará de buena fe. Así se vio la invitación del presidente para que Trump
visitara nuestro país.
Apenas se había confirmado la
reunión entre el candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos Donald
Trump, y Enrique Peña, y las críticas no se hicieron esperar. Muchos no pudimos
entender por qué nuestro presidente había invitado a quien llamara violadores y
criminales a los mexicanos, a sostener una
reunión en Los Pinos. ¿A quién en su sano juicio se le habría ocurrido tal
idea?
Y es que si bien es
cierto, sostener una relación bilateral con el vecino del norte es de suma
importancia para nuestro país, al compartir 3.000 kilómetros fronterizos y
miles de intercambios económicos, me parece que quien le haya asesorado al
presidente cometer tal acción erró no sólo en la forma, sino en el fondo. Se
adelantó a los tiempos. Comenzó a jugar a los dados. ¿Qué pasará si –como marcan
las encuestas- ganara Hillary? Con esto, de una u otra forma, no sólo se está
interviniendo en el proceso electoral estadounidense, sino que se da pie a que
el país de las barras y las estrellas haga lo mismo en 2018, ahora abiertamente. Así será.
Hubo quienes
ingenuamente tratamos de desdibujar beneficios de la visita. Tal vez sería ésta
una buena muestra de diplomacia, que nos traería beneficios a futuro. O tal vez en
un afán de ganarse los votos de los hispanos, el aspirante estadounidense pediría perdón al pueblo de
México.
No habíamos pasado
del asombro de la reunión, cuando entramos en el asombro de los resultados. Las
disculpas de Donald nunca llegaron, -Peña aclaró que fueron “malinterpretaciones”
de mexicanos-, y en vez de ello tuvimos la reafirmación
de que el muro sigue en pie y además que es por nuestro bien.
"Tener una frontera segura es un derecho soberano y de beneficio mutuo… reconocemos y respetamos el derecho de cualquier país a construir una barrera física o muro en cualquiera de sus fronteras para detener el movimiento ilegal de personas, drogas y armas”, sentenció. Así de surrealista su visita. Y es que claro, para qué pensar en atacar los problemas de raíz, para qué pensar en elevar la cultura de civilidad, para qué crear las condiciones necesarias para que las personas no se vean obligadas a emigrar, para qué mejorar la educación de un país, si un muro pareciera ser la panacea de todos esos males…
"Tener una frontera segura es un derecho soberano y de beneficio mutuo… reconocemos y respetamos el derecho de cualquier país a construir una barrera física o muro en cualquiera de sus fronteras para detener el movimiento ilegal de personas, drogas y armas”, sentenció. Así de surrealista su visita. Y es que claro, para qué pensar en atacar los problemas de raíz, para qué pensar en elevar la cultura de civilidad, para qué crear las condiciones necesarias para que las personas no se vean obligadas a emigrar, para qué mejorar la educación de un país, si un muro pareciera ser la panacea de todos esos males…
Volviendo al punto, después
de que Peña Nieto lo comparara con Adolfo Hitler, frente a Obama, en la
Cumbre de Líderes, ¿A quién se le ocurrió que invitar a Donal sería benéfico? Esto confirma que, o el presidente está solo, o
tiene al enemigo en casa.
¿Quién asesora a
Enrique? ¿Quién le recomendó que pidiera perdón por la casa
blanca meses después, reviviendo el tema? ¿Por qué sus discursos no han sido
minuciosamente diseñados, para evitar problemas como el que tuvo con el término
“populismo” en Canadá? ¿Por qué no se implementó una estrategia de comunicación
en crisis con el tema de su tesis, y sólo se trató de minimizar el asunto?
¿Quién creyó que
sería una gran idea invitar a Trump a México? ¿Verdaderamente se pensó que éste
pediría disculpas a los mexicanos, y la imagen de nuestro mandatario podría ser
modestamente limpiada? Lo que pasó en realidad fue una humillación a domicilio.
Vale decir que no
escribo esto como crítica sino como reflexión. Hay que decirlo, los bajos niveles de aprobación
con que cuenta Enrique Peña Nieto no sólo le afectan a él, afectan al Partido Revolucionario
Institucional que no ha podido fijar una postura inteligente que le haga
aumentar su credibilidad frente a la sucesión presidencial, afectan a las
instituciones gubernamentales que carecen de la confianza de los ciudadanos, y
afectan en general al país, porque su imagen en el exterior es mermada por la
imagen de su primer mandatario, que pareciera tener entre sus asesores a sus
peores enemigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario