Este sábado se darán a conocer las listas de aceptados y no aceptados a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y eso me recordó lo que yo viví cuando pasé por lo mismo.
La primera vez que presente el examen para entrar a la Máxima Casa de Estudios de Puebla fue en el proceso del 2009. Tengo que decir que yo no soy de la ciudad y que en mi pueblo desgraciadamente pocos tienen la posibilidad de estudiar una licenciatura, pero yo siempre he tenido deseos de superación y con mucho esfuerzo mis padres me apoyarían para poder ir a la universidad. Por eso era tan importante aprovecharlo.
Recuerdo que aún no estaba seguro de qué es lo que quería estudiar, ni en dónde. No podía pagar una universidad particular y tenía que escoger una que además de ser accesible económicamente me brindara educación de calidad, al pensar eso me vino a la mente solo una respuesta: La BUAP (confesaré que en ese entonces no estaba muy bien enterado de toda la historia, calidad y prestigio de mi ahora alma mater).
Y bien, ya escogida la universidad faltaba elegir a que me iba a dedicar el resto de mi vida. Muchos conocidos tomaban un semestre en alguna licenciatura y si no les gustaba se salían y probaban con otra y con otra, pero mi situación económica no podía darse esos lujos, tenía que escoger bien y a la primera. Tenía 3 opciones: Antropología, Ciencias Políticas y Ciencias de la Comunicación. Me decidí por la última.
Para la mayoría de mis compañeros del CBTis N. 257 poder entrar a la BUAP era un sueño imposible, pero siempre he sido engreído en ese aspecto y pensé que yo lo podía hacer. Tome el seminario de preparación para el examen, estudiaba en las tardes, pero… no fue suficiente.
La mañana del sábado en el que darían los resultados estaba afuera del puesto de periódicos esperando con ansias ver mi nombre en la lista de aceptados, toda la noche anterior no pude dormir de la emoción. Compre el periódico, revise la sección donde venían los nombres de los aceptados en Comunicación, busque, busque, pero no encontré mi nombre. Fue devastador.
El no haber sido aceptado fue como si me hubieran dicho: Tienes un mes de vida. Todas mis ilusiones se desplomaron, me sentí el más ignorante de todos, me sentí un fraude, un inepto. Lloré. Fue un tiempo difícil, busque otras universidades, me inscribí a una escuela incorporada a la BUAP ¡que para no perder el año! pero me salí al día siguiente… te cobraban hasta la risa. Busque trabajo y no me lo daban: que era yo muy joven, que no tenía experiencia, que llamara después… sí, yo también fui ni-ni.
Tuve meses de depresión, en algún momento pensé en abandonar la idea de ir a la universidad y empezar a trabajar para ayudar en casa. Me preguntaba el porqué de mi fracaso, culpaba al sistema, al gobierno, a la universidad, a mis profesores anteriores, a mis padres, hasta que me di cuenta de que el único culpable era yo. Fue así como acepte mi error, lo afronte y me propuse intentarlo nuevamente, tenía todo un año para prepararme, para saber si realmente me quería dedicar a la comunicación, esta vez no podía fallar.
Aún tengo mi manual donde estudiaba, yo mismo lo hice, investigue todos los temas del examen de área de conocimiento, fueron poco más de 200 hojas que engargole con información precisa sobre lo que vendría en el examen. Y aprendí todo lo de la revolución francesa y el renacimiento, y los ismos, y el sistema de gobierno de México desde los 40 hasta Fox. Todos los temas referentes a Humanidades y Cs Sociales y aprendí mucho. No había día en que no estudiara, y trababa de entender a Marx y a Weber y elaboraba mapas conceptuales que pegue en mi cuarto para no olvidar algún detalle.
Para el examen de razonamiento verbal, matemático y redacción indirecta también me prepare, compre la guía que vende la DAE, me la pasaba haciendo operaciones matemáticas y volví a tomar el seminario.
Todo el tiempo tenía en mente solo mi objetivo, entrar a la BUAP, fue en ese tiempo cuando me enamore de la universidad, empecé a conocer parte de su historia, reconocimientos, premios a nivel internacional y cada vez crecían más mis ganas de pertenecer a esa institución.
Fue casi por casualidad que un día descubrí el 96.9, mi grabadora paro en esa sintonía sin saber que era la frecuencia universitaria, la universidad en la radio; Radio BUAP. Me pasaba escuchando Cantares, Punto de expresión y sobre todo Informativo 96.9 donde me enteraba de todo lo que pasaba en la universidad, tiempo después Gaby Flores su conductora y directora de la estación, sería mi compañera en un diplomado.
Muchas veces quise visitar la facultad, no la conocía, solo sabía que estaba por el CCU, un día estando ahí le pregunte a una señora de intendencia –oiga usted, ¿La Facultad de Comunicación de la BUAP?- está allá, me dijo, señalando a un lugar donde nunca pude observarla. Fue precisamente el día en que me inscribí al examen cuando tome un micro que sin saber me dejaría en sus puertas. Entré, recorrí sus pasillos, sus salones, y me enamore de la Facultad, de su lema: “Y la verdad estará en nuestras voces… y nuestras voces rodearan al mundo”
Llego el día del examen, los nervios me venían de vez en cuando y yo los ahuyentaba con dosis de arrogancia fundada en conocimientos, ¡esta vez sí lo lograre! Me repetía. Y tuve que esperar 3 angustiosas semanas para saber si mis esfuerzos habían dado frutos, si esta vez sí me había ganado un lugar en una de las mejores universidades a nivel nacional.
El sábado, hace un año, fui a comprar el periódico, como en un dejavu realice el mismo ritual de buscar la página, mi nombre, y sí… ahí estaba. Mi matrícula en la lista de “Aceptados”, creo que revise más de dos veces por si no me había equivocado de matrícula, de lista, de periódico… pero no. Logre entrar a la BUAP. Y otra vez lloré, ahora de emoción.
Hoy formo parte de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y me siento orgulloso de eso, ya logré lo que para mí era lo más difícil, ahora debo continuar cumpliendo mis objetivos uno por uno, recordando lo que me costó estar aquí y aprovechando al máximo mi estancia, el año sabático me sirvió –entre otras cosas- para saber que realmente adoro la comunicación y me gusta pensar en lo que decía Cabral: El que hace lo que ama esta benditamente condenado al éxito. Tengo muchas metas y planes, soy ambicioso y sé que mi paso por mi facultad me dará todas las herramientas para poder cumplirlas.
A los que serán mis nuevos compañeros mis más sinceras felicitaciones, hoy forman parte de una de las mejores universidades a nivel nacional, tienen el deber de aprovecharlo porque haya afuera hay miles de jóvenes que darían todo por estar en sus lugares.
A todos los que en esta ocasión no fueran aceptados les digo: ¡Jamás se detengan! Inténtenlo cuantas veces sean necesarias, cáiganse mil veces y aprendan de cada caída, recuerden cuantos intentos tuvo que hacer Einstein para poder hacer la bombilla, pero cuantas formas de no hacerla descubrió. Luchen por conseguir sus objetivos, vale la pena ¡Se los aseguro!

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