Adolfo López Mateos
en la década de los 60´s instituyó el 14 de septiembre como Día del Locutor,
puesto que en sus años de estudiante, trabajó en esta noble labor, desde esa
fecha en nuestro país se celebra no solo la importante tarea de comunicar; si
no de mantener viva la libertad de expresión a través de la radio, misma que
sus trabajadores convertimos en una herramienta con la cual defendemos
primordialmente el derecho y obligación de expresar la verdad. Es por ello que se
afirma que: "Cuando nació la radio, nació el locutor y desde entonces,
juntos tomados de la mano han permanecido unidos, son como el calor al fuego,
inseparables, porque ser Locutor es ser humano y entre más humano mejor
Locutor".
He de recordar que antes de elegir estudiar Ciencias de la Comunicación, la radio ya me llamaba mucho la atención, y fue uno de los motivos por los que me decidí por esa licenciatura. El poder transmitir ideas, argumentos mediante un micrófono era uno de mis anhelos. En este día debo agradecer a toda esa gente que conocí en el camino y que me dio la oportunidad de empezar mis pininos en este arte, que creyó en mí para que hoy pueda festejar este gran día. A productores de diversas emisoras, dueños de medios y desde luego el equipo de producción del programa radiofónico donde se cristalizó mi afición; Tetraedro. Hoy con cerca de 3 años de dirigir y conducir Tetraedro Radio debo admitir que cada día me enamoro más de esta apasionante profesión, reconocidos comunicadores coinciden en señalar que ser locutor es "mucho más que sólo hablar frente a un micrófono”, pues la voz de los locutores transmite y consigue establecer una conexión con los radioescuchas.
Los que amamos a la radio, somos
fervientes creyentes de su magia. “La magia de la radio”. Una frase, una
idea que sintetiza de forma maravillosa una característica esencial de este
medio de comunicación. La radio es mágica. En el momento tecnológico en que nació
era inevitable que a la mayoría se le antojara como algo mágico, eso de que
pudiera escucharse la voz de alguien que se encontraba quien sabe dónde, que
esa voz viajara por el aire a través del éter, debió resultar
necesariamente asombroso. Luego, las voces comenzaron a transformarse en
estrellas de este nuevo espectáculo; y, otra vez, la magia se hizo presente.
Porque esas voces no tenían un rostro, sino miles. Uno por cada oyente.
Pero la verdadera magia de la
radio está en lo que la funda como idea y como tecnología. La radio transmite
palabras. La palabra es el elemento de la radio. La palabra y todas sus
implicancias y sus incógnitas. A diferencia de la palabra escrita de los medios
gráficos, en la radio la palabra aparece, podría decirse, en su estado más
puro. Con su sonido, con la imprecisión del decir, con todas las sutilezas de
las voces y los tonos. Por otra parte, y a diferencia de otros medios como el
cine o la televisión, al no entregar explícitamente imágenes visuales, la radio
otorga un protagonismo exclusivo a la palabra, a la voz, a la imaginación.
Existe una última cuestión
relacionada con mi enunciado “la magia de la radio” y es algo del orden de lo
efímero que resulta inevitable en la palabra hablada. Lo que está en el aire,
lo que se escucha cuando alguien sintoniza una emisora, desaparece, se esfuma
al segundo siguiente. Y esto efímero que tiene lo que se dice es parte de su
magia. Porque trasforma cada momento en irrepetible y a cada palabra en única.
A mis colegas y amigos un
afectuoso abrazo.
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