viernes, 13 de septiembre de 2013

La magia de la radio

Adolfo López Mateos en la década de los 60´s instituyó el 14 de septiembre como Día del Locutor, puesto que en sus años de estudiante, trabajó en esta noble labor, desde esa fecha en nuestro país se celebra no solo la importante tarea de comunicar; si no de mantener viva la libertad de expresión a través de la radio, misma que sus trabajadores convertimos en una herramienta con la cual defendemos primordialmente el derecho y obligación de expresar la verdad. Es por ello que se afirma que: "Cuando nació la radio, nació el locutor y desde entonces, juntos tomados de la mano han permanecido unidos, son como el calor al fuego, inseparables, porque ser Locutor es ser humano y entre más humano mejor Locutor".


He de recordar que antes de elegir estudiar Ciencias de la Comunicación, la radio ya me llamaba mucho la atención, y fue uno de los motivos por los que me decidí por esa licenciatura. El poder transmitir ideas, argumentos mediante un micrófono era uno de mis anhelos. En este día debo agradecer a toda esa gente que conocí en el camino y que me dio la oportunidad de empezar mis pininos en este arte, que creyó en mí para que hoy pueda festejar este gran día. A productores de diversas emisoras, dueños de medios y desde luego el equipo de producción del programa radiofónico donde se cristalizó mi afición; Tetraedro. Hoy con cerca de 3 años de dirigir y conducir Tetraedro Radio debo admitir que cada día me enamoro más de esta apasionante profesión, reconocidos comunicadores coinciden en señalar que ser locutor es "mucho más que sólo hablar frente a un micrófono”, pues la voz de los locutores transmite y consigue establecer una conexión con los radioescuchas.

Los que amamos a la radio, somos fervientes creyentes de  su magia. “La magia de la radio”. Una frase, una idea que sintetiza de forma maravillosa una característica esencial de este medio de comunicación. La radio es mágica. En el momento tecnológico en que nació era inevitable que a la mayoría se le antojara como algo mágico, eso de que pudiera escucharse la voz de alguien que se encontraba quien sabe dónde, que esa voz viajara por el aire a través del éter, debió resultar necesariamente asombroso. Luego, las voces comenzaron a transformarse en estrellas de este nuevo espectáculo; y, otra vez, la magia se hizo presente. Porque esas voces no tenían un rostro, sino miles. Uno por cada oyente.

Pero la verdadera magia de la radio está en lo que la funda como idea y como tecnología. La radio transmite palabras. La palabra es el elemento de la radio. La palabra y todas sus implicancias y sus incógnitas. A diferencia de la palabra escrita de los medios gráficos, en la radio la palabra aparece, podría decirse, en su estado más puro. Con su sonido, con la imprecisión del decir, con todas las sutilezas de las voces y los tonos. Por otra parte, y a diferencia de otros medios como el cine o la televisión, al no entregar explícitamente imágenes visuales, la radio otorga un protagonismo exclusivo a la palabra, a la voz, a la imaginación.

Existe una última cuestión relacionada con mi enunciado “la magia de la radio” y es algo del orden de lo efímero que resulta inevitable en la palabra hablada. Lo que está en el aire, lo que se escucha cuando alguien sintoniza una emisora, desaparece, se esfuma al segundo siguiente. Y esto efímero que tiene lo que se dice es parte de su magia. Porque trasforma cada momento en irrepetible y a cada palabra en única.


A mis colegas y amigos un afectuoso abrazo.


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