jueves, 3 de julio de 2014

Tres, siete, trece ¡Colombia!

Considero que en la vida de todo hombre debe existir una pausa para mirar al pasado, recordar los aprendizajes obtenidos, agradecer, y seguir adelante, siempre avanzando… soy un hombre que atesora sucesos, que da importancia a las fechas, a los números, hubo una época en mi vida en que el número 10 simbolizó por mucho tiempo la excelencia, alegría, amor, perfección, y no tenía nada que ver con la escala numérica para calificar el desempeño, sino más bien debido a cuestiones personales.

El 3, 7 y el 13 para algunos ‘cabalísticos’, también han marcado mi vida, una amiga estudiosa de la numerología y esas cosas siempre interesantes me platicó hace ya tiempo sobre el simbolismo de ciertos números en escritos sagrados o para culturas ancestrales… el siete  representa la totalidad del universo en movimiento, me dijo, además la Lira, el instrumento sagrado de Apolo, consta de siete cuerdas que originaban los tonos de los siete planetas, este número está presente en los colores del arco iris. La biblia menciona al candelabro de siete brazos, los siete espíritus reposando sobre la vara de José, los siete cielos donde habitan las órdenes angélicas y a Salomón que construye el templo en siete años.. el trece por su parte, está igualmente plagado de infinidad de interpretaciones, muchas de ellas catastróficas, aludiendo al mismo demonio o al número de personas en la última cena, etc., pero más allá de eso, esos números son importantes porque en esos días he tenido la fortuna de vivir muchas alegrías, éxitos y demás… conocer personas y concretar proyectos, aunque en realidad hoy del número en el que quiero hondar es el 3.

Sucede algo interesante con este número, afirmaba Erika: son 12 los meses del año, 12 signos del zodiaco, 12 dioses del Olimpo, 12 trabajos de Hércules, 12 tribus de Israel, 12 apóstoles de Jesús y claro, si sumamos el uno y el dos (que forman el doce) tenemos como resultado tres. También este número representa la Creación, la triple naturaleza de Dios, el desarrollo ordenado y armonioso del Universo. Es la síntesis espiritual. Alude a los tres ciclos de la vida, las tres esferas concéntricas del universo, y la composición del hombre (cuerpo, alma, espíritu).

Hablo del tres porque hoy justamente estamos a esa fecha, y porque un tres de julio de 2013, hace exactamente un año, pase mi última noche en Colombia, sí, un 03-07-13.

Hace un año tenía sentimientos encontrados, estaba haciendo maletas para volver a México tras casi 150 días de ausencia… por una parte estaba feliz de regresar a mi patria, con mi gente, a mi nación, pero por otra parte melancólico de abandonar al país que me cobijó durante cientos de aventuras y me acogió como a uno de los suyos… recuerdo que el último mes fue particularmente sorprendente, tuve la oportunidad conocer tradiciones, costumbres, comida, personas, de vivir muchas cosas; desde gozar la vida nocturna de la llamada ciudad más innovadora del mundo, ser confundido por una agente de la DEA, ser perseguido por el equipo de seguridad de un político de izquierda, hasta dormir en las terminales de autobuses. Esas cosas que siempre anhelamos contar a los nietos.

Hace un año, en mi última noche bajo el cielo bogotano, el día tres, disfruté de un buen tinto en una sala de onces tradicional, ese aroma único se mesclaba con el olor a madera y libros viejos, y parecía que las ideas de Santander o Gaitán impregnaban las paredes del lugar. Comí patacones, chorizo con arepa, caminé por la carrera séptima hasta llegar a plaza Bolívar, observando a la gente, las palomas, los puestos de comida, tratando como decía Emilio Pacheco en sus batallas en el desierto, de atesorar esos instantes intactos, para siempre, con la nostalgia de saber que aquella vez sería la última, y que si tenía la fortuna de regresar nada de eso sería igual… Hice un par de llamadas, mandé algunos inbox’s, me despedí, tuve la noche más corta de mi vida… el tiempo corrió a prisa.

¿Qué habría pasado si hubiera aceptado quedarme todo un año en Colombia? No sé. Pero el año que ha pasado desde entonces ha sido de muchas bendiciones.

De aquel tres a este tres han pasado muchas cosas, para empezar trescientos sesenta y cinco días, en este tiempo he tenido la fortuna de conocer a mucha gente valiosa, interesante, inteligente, de esas amistades nuevas que te saben a vino de veinte años, personas de las que aprendo a diario… tuve el privilegio de ser reconocido como Poblano Distinguido con la entrega del Premio Municipal de la Juventud en aportación a la cultura política y la democracia, algo que me motiva y compromete a seguir esforzándome, a trabajar por la juventud. He conocido nuevas ciudades, Monterrey por ejemplo, y si desde siempre me ha importado la historia de mi país ahora trato de estar aún más informado al respecto, obtuve el subcampeonato estatal en el Certamen de Oratoria de Debate Público de El Universal, algo que llegó de súbito y despertó mi pasión dormida por el arte de la palabra, participé en el Certamen Estatal de Debate Político y en la Consulta Nacional Juvenil Pro-Juventud 2014-2018, y en diversos congresos, y seminarios, y conferencias…

Desde aquel tres miro la vida con una óptica distinta, me he dado cuenta de que no cambiaría por nada del mundo el ser mexicano, que a pesar de todo, del sistema, de la clase política, México es mi tierra, mi gente. He vivido exclusiones pero también premios, como el Reconocimiento por Distinción Académica que mi Alma Mater me otorgó en días pasados, tengo muchos muchos proyectos en puerta pero sobre todo muchas ganas de seguir aprendiendo y compartiendo instantes con la gente que me gusta.

En este tiempo como señala Chaplin ya perdoné errores casi imperdonables, trate de sustituir personas insustituibles, y de olvidar personas inolvidables. Tuve miedo de perder a alguien especial y terminé perdiéndolo ¡pero sobreviví! y por eso hoy, tres, a un año de distancia, recuerdo los aprendizajes obtenidos, agradezco a toda mi familia, padres, tíos, primos, su apoyo incondicional... tomo una pausa... y seguiré adelante, avanzando siempre.



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