Considero que en
la vida de todo hombre debe existir una pausa para mirar al pasado, recordar los
aprendizajes obtenidos, agradecer, y seguir adelante, siempre avanzando… soy un
hombre que atesora sucesos, que da importancia a las fechas, a los números, hubo
una época en mi vida en que el número 10 simbolizó por mucho tiempo la excelencia,
alegría, amor, perfección, y no tenía nada que ver con la escala numérica para
calificar el desempeño, sino más bien debido a cuestiones personales.
El 3, 7 y el 13 para
algunos ‘cabalísticos’, también han marcado mi vida, una amiga estudiosa de la numerología
y esas cosas siempre interesantes me platicó hace ya tiempo sobre el simbolismo
de ciertos números en escritos sagrados o para culturas ancestrales… el siete representa la totalidad del universo en movimiento, me dijo, además la Lira, el instrumento sagrado de Apolo, consta de siete cuerdas que originaban los tonos de los siete planetas, este número está presente en los colores del arco iris. La biblia menciona al candelabro de siete brazos, los siete espíritus reposando sobre la vara de José, los siete cielos donde habitan las órdenes angélicas y a Salomón que construye el templo en siete años.. el trece por su parte, está igualmente plagado de infinidad de
interpretaciones, muchas de ellas catastróficas, aludiendo al mismo demonio o al
número de personas en la última cena, etc., pero más allá de eso, esos números son
importantes porque en esos días he tenido la fortuna de vivir muchas alegrías,
éxitos y demás… conocer personas y concretar proyectos, aunque en realidad hoy
del número en el que quiero hondar es el 3.
Sucede algo
interesante con este número, afirmaba Erika: son 12 los meses del año, 12
signos del zodiaco, 12 dioses del Olimpo, 12 trabajos de Hércules, 12 tribus de
Israel, 12 apóstoles de Jesús y claro, si sumamos el uno y el dos (que
forman el doce) tenemos como resultado tres. También este número representa la
Creación, la triple naturaleza de Dios, el desarrollo ordenado y armonioso del
Universo. Es la síntesis espiritual. Alude a los tres ciclos de la vida, las
tres esferas concéntricas del universo, y la composición del hombre (cuerpo, alma,
espíritu).
Hablo del tres
porque hoy justamente estamos a esa fecha, y porque un tres de julio de 2013,
hace exactamente un año, pase mi última noche en Colombia, sí, un 03-07-13.
Hace un año tenía
sentimientos encontrados, estaba haciendo maletas para volver a México tras
casi 150 días de ausencia… por una parte estaba feliz de regresar a mi patria,
con mi gente, a mi nación, pero por otra parte melancólico de abandonar al país
que me cobijó durante cientos de aventuras y me acogió como a uno de los suyos…
recuerdo que el último mes fue particularmente sorprendente, tuve la oportunidad
conocer tradiciones, costumbres, comida, personas, de vivir muchas cosas; desde
gozar la vida nocturna de la llamada ciudad más innovadora del mundo, ser
confundido por una agente de la DEA, ser perseguido por el equipo de seguridad
de un político de izquierda, hasta dormir en las terminales de autobuses. Esas
cosas que siempre anhelamos contar a los nietos.
Hace un año, en
mi última noche bajo el cielo bogotano, el día tres, disfruté de un buen tinto
en una sala de onces tradicional, ese aroma único se mesclaba con el olor a
madera y libros viejos, y parecía que las ideas de Santander o Gaitán impregnaban
las paredes del lugar. Comí patacones, chorizo con arepa, caminé por la carrera
séptima hasta llegar a plaza Bolívar, observando a la gente, las palomas, los
puestos de comida, tratando como decía Emilio Pacheco en sus batallas en el
desierto, de atesorar esos instantes intactos, para siempre, con la nostalgia de
saber que aquella vez sería la última, y que si tenía la fortuna de regresar
nada de eso sería igual… Hice un par de llamadas, mandé algunos inbox’s, me
despedí, tuve la noche más corta de mi vida… el tiempo corrió a prisa.
¿Qué habría
pasado si hubiera aceptado quedarme todo un año en Colombia? No sé. Pero el año
que ha pasado desde entonces ha sido de muchas bendiciones.
De aquel tres a
este tres han pasado muchas cosas, para empezar trescientos sesenta y cinco
días, en este tiempo he tenido la fortuna de conocer a mucha gente valiosa,
interesante, inteligente, de esas amistades nuevas que te saben a vino de
veinte años, personas de las que aprendo a diario… tuve el privilegio de ser
reconocido como Poblano Distinguido con la entrega del Premio Municipal de la
Juventud en aportación a la cultura política y la democracia, algo que me
motiva y compromete a seguir esforzándome, a trabajar por la juventud. He
conocido nuevas ciudades, Monterrey por ejemplo, y si desde siempre me ha
importado la historia de mi país ahora trato de estar aún más informado al
respecto, obtuve el subcampeonato estatal en el Certamen de Oratoria de Debate
Público de El Universal, algo que llegó de súbito y despertó mi pasión dormida
por el arte de la palabra, participé en el Certamen Estatal de Debate Político
y en la Consulta Nacional Juvenil Pro-Juventud 2014-2018, y en diversos
congresos, y seminarios, y conferencias…
Desde aquel tres
miro la vida con una óptica distinta, me he dado cuenta de que no cambiaría por
nada del mundo el ser mexicano, que a pesar de todo, del sistema, de la clase
política, México es mi tierra, mi gente. He vivido exclusiones pero también
premios, como el Reconocimiento por Distinción Académica que mi Alma
Mater me otorgó en días pasados, tengo muchos muchos proyectos en puerta pero
sobre todo muchas ganas de seguir aprendiendo y compartiendo instantes con la
gente que me gusta.
En este tiempo
como señala Chaplin ya perdoné errores casi imperdonables, trate de sustituir
personas insustituibles, y de olvidar personas inolvidables. Tuve miedo de perder a alguien
especial y terminé perdiéndolo ¡pero sobreviví! y por eso hoy, tres, a un año de distancia, recuerdo los
aprendizajes obtenidos, agradezco a toda mi familia, padres, tíos, primos, su apoyo incondicional... tomo
una pausa... y seguiré adelante, avanzando siempre.
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