jueves, 1 de septiembre de 2016

Humillación a domicilio




Como cuando en el colegio hay un niño que te quita la torta en el recreo, se burla de ti, ofende a toda tu familia, y sin embargo, lo invitas a tu casa para jugar canicas, pensando que actuará de buena fe. Así se vio la invitación del presidente para que Trump visitara nuestro país.

Apenas se había confirmado la reunión entre el candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos Donald Trump, y Enrique Peña, y las críticas no se hicieron esperar. Muchos no pudimos entender por qué nuestro presidente había invitado a quien llamara violadores y criminales a los mexicanos,  a sostener una reunión en Los Pinos. ¿A quién en su sano juicio se le habría ocurrido tal idea?

Y es que si bien es cierto, sostener una relación bilateral con el vecino del norte es de suma importancia para nuestro país, al compartir 3.000 kilómetros fronterizos y miles de intercambios económicos, me parece que quien le haya asesorado al presidente cometer tal acción erró no sólo en la forma, sino en el fondo. Se adelantó a los tiempos. Comenzó a jugar a los dados. ¿Qué pasará si –como marcan las encuestas- ganara Hillary? Con esto, de una u otra forma, no sólo se está interviniendo en el proceso electoral estadounidense, sino que se da pie a que el país de las barras y las estrellas haga lo mismo en 2018, ahora abiertamente. Así será.

Hubo quienes ingenuamente tratamos de desdibujar beneficios de la visita. Tal vez sería ésta una buena muestra de diplomacia, que nos traería beneficios a futuro. O tal vez en un afán de ganarse los votos de los hispanos, el aspirante  estadounidense pediría perdón al pueblo de México.

No habíamos pasado del asombro de la reunión, cuando entramos en el asombro de los resultados. Las disculpas de Donald nunca llegaron, -Peña aclaró que fueron “malinterpretaciones” de mexicanos-, y en vez de ello tuvimos la reafirmación de que el muro sigue en pie y además que es por nuestro bien.

"Tener una frontera segura es un derecho soberano y de beneficio mutuo… reconocemos y respetamos el derecho de cualquier país a construir una barrera física o muro en cualquiera de sus fronteras para detener el movimiento ilegal de personas, drogas y armas”, sentenció. Así de surrealista su visita. Y es que claro, para qué pensar en atacar los problemas de raíz, para qué pensar en elevar la cultura de civilidad, para qué crear las condiciones necesarias para que las personas no se vean obligadas a emigrar, para qué mejorar la educación de un país, si un muro pareciera ser la panacea de todos esos males…

Volviendo al punto, después de que Peña Nieto lo comparara con Adolfo Hitler, frente a Obama, en la Cumbre de Líderes, ¿A quién se le ocurrió que invitar a Donal sería benéfico? Esto confirma que, o el presidente está solo, o tiene al enemigo en casa.

¿Quién asesora a Enrique? ¿Quién le recomendó que pidiera perdón por la casa blanca meses después, reviviendo el tema? ¿Por qué sus discursos no han sido minuciosamente diseñados, para evitar problemas como el que tuvo con el término “populismo” en Canadá? ¿Por qué no se implementó una estrategia de comunicación en crisis con el tema de su tesis, y sólo se trató de minimizar el asunto?

¿Quién creyó que sería una gran idea invitar a Trump a México? ¿Verdaderamente se pensó que éste pediría disculpas a los mexicanos, y la imagen de nuestro mandatario podría ser modestamente limpiada? Lo que pasó en realidad fue una humillación a domicilio.

Vale decir que no escribo esto como crítica sino como reflexión. Hay que decirlo, los bajos niveles de aprobación con que cuenta Enrique Peña Nieto no sólo le afectan a él, afectan al Partido Revolucionario Institucional que no ha podido fijar una postura inteligente que le haga aumentar su credibilidad frente a la sucesión presidencial, afectan a las instituciones gubernamentales que carecen de la confianza de los ciudadanos, y afectan en general al país, porque su imagen en el exterior es mermada por la imagen de su primer mandatario, que pareciera tener entre sus asesores a sus peores enemigos.


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