miércoles, 20 de febrero de 2013

20 días en Bogotá



Una vez yo tuve la ilusión de volar… ¡Y volé!

Hoy me encuentro sentado frente a una fuente rodeada de árboles, en el Parque Nacional Metropolitano de Bogotá, en Colombia, el viento sopla y el cantar de los pájaros es la melodía de fondo. Hace 20 días llegué a este país al cual he tenido la oportunidad de ir descubriendo paso a paso y hoy me he dado el tiempo para compartir mi experiencia…
Antes de saber hacia dónde vas debes tener muy claro de dónde vienes, lo que has pasado para llegar a donde estas, las piedras que tuviste que esquivar y desde luego los días soleados del camino. Para mí el hecho de viajar a otro país representaba un ideal, algo más bien utópico,  un deseo presente por supuesto, pero difícil de alcanzar.

Viajar al extranjero representa un gran costo económico lo cual simbolizaba la mayor dificultad, sin embargo pienso y tengo la firme convicción de que cuando algo se quiere se debe luchar por conseguirlo, el que quiere hacer algo encontrará siempre un medio, el que no, encontrará escusas. Así que realizar un intercambio académico se convirtió en uno de mis objetivos del 2013.

Deje Nopalucan de la Granja para radicar en Bogotá, algo que pude lograr con estudio, esfuerzo conjunto de mi familia y por supuesto gracias a mi alma mater la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, hace 20 días me embarque en esta aventura de 5 meses, lleno de miedo, con una maleta repleta de ilusiones, sediento de aprendizaje, de aventuras por descubrir… deje mi familia, mis amigos, deje la comodidad de una casa, a la gente que quiero y me quiere, por seguir mi ideal… deje mi barrio, mi pueblo, mi Puebla, para volar hasta un lugar por completo desconocido, a una universidad diferente, con un pensamiento distinto, pero hoy estoy seguro que para hacer cosas grandes debes alejarte de tu zona de confort, debes retarte a ti mismo para descubrir de que estas hecho y yo lo estoy afrontando.

El intercambio representa la primera vez que me subí a un avión, más aún, fui el primero de la familia en viajar fuera del país, en toda América Latina el número de estudiantes que tienen la posibilidad de ir a la Universidad es reducido y los afortunados que tenemos el privilegio de realizar un intercambio internacional es aún menor, he ahí la enorme responsabilidad de aprovechar esta experiencia.

Arribé al aeropuerto “El Dorado” a las 6:20am del 31 de enero de 2013 y desde ese momento cada día ha sido de un profundo aprendizaje.

Lo primero que aprendí es que en vez de “pagar” aquí dicen “cancelar” que el “gansito” se llama “pipiolo”, las “sabritas” “margaritas”, el agua “ciel” se llama “brissa” y “telcel” “Comcel”… “siga” significa “entre” y “a la orden” “para servirte”

Pero también aprendí que las condiciones política y sociales no son tan diferentes a las de mi país, aquí también hay un duopolio televisivo y son pocas las familias que controlan los medios de comunicación y por ende la información, además tienen relación consanguínea con los presidentes, alcaldes, y en general la clase política colombiana. Existe una visible división de mundos, de clases, dependiendo en donde vivas o compres es el lugar que ocupas en la escala social… con plata puedes comprar casi todo, y desde luego hay gente de todo tipo, desde el taxista que nos cobró 40 mil pesos por un trayecto de menos de 20 hasta la señora que nos dio “raí” al Chorro de Quevedo

En la cuestión gastronómica extraño los tacos, las quecas, el pozole “las jarochas” de C.U. y por supuesto el mole poblano, pero he aprendido a encontrarle sabor a la cocina colombiana. La Fundación Universitaria Los  Libertadores a la que debo agradecer techo y comida me ha acogido excelente y aunque continúo en el proceso de saber dónde queda cada salón siento que mi paso por esta institución, donde la libertad, el orden y la justicia son los pilares fundamentales, será de gran ayuda para mi formación personal y profesional

Todo lo que estoy viviendo me ha servido para valorar lo que deje en México, me ha abierto el panorama y mostrado un mundo totalmente diferente, me ha quitado prejuicios del pasado, me ha ayudado a reforzar mi ideología, y esto es solo el principio

Después de casi un mes de terminar las noches con un tinto, de que me hablen de usted, de acostumbrarme a llevar paraguas cada que salgo y tratar de no decir “mande” sino “dime” puedo asegurar que será un tiempo maravilloso

Y esta aventura apenas está comenzando

¡Bacano!  


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