viernes, 15 de julio de 2016

Mis filias y fobias partidistas (04/09/14)


Cierto día -uno no muy lejano al actual- alguien me preguntaba sobre mis afinidades políticas y cuestionaba el hecho de que apareciera fotografiado con "personalidades" de diferentes partidos políticos, a lo que no tuve más remedio que responder a manera de Facundo Cabral, que... 'no soy de aquí, ni soy de allá'.
Y es que no. Actualmente no milito en algún partido político, de hecho, nunca lo he hecho... en parte por mi espíritu de libre pensador (aventurero) y en parte por las circunstancias que me rodean, donde ningún bando me ha logrado conquistar.
Desde temprana edad, recuerdo, la cosa pública me ha interesado sobremanera, pero también he sido testigo al pasar de los años cómo la mayoría de los partidos se convirtieron en empresas que persiguen fines muy alejados de sus doctrinas o estatutos y más que hacer política son fábrica de lo que los teóricos llaman ‘politiquería’.
Sin embargo la vida se ha encargado de demostrarme que nunca debo decir nunca, ¡nunca! y es que tengo la firme convicción de que todos los cambios deben venir desde dentro, que si no te gusta un juego de futbol en vez de gritarle a los jugadores o al árbitro debes bajar al campo y jugar. Encender una luz en vez de maldecir la oscuridad diría Confucio, por lo que no descarto del todo integrarme a las filas partidarias, algún día...
No obstante, los tres años al frente de mi programa de radio me hicieron conocer a personas de todas las tendencias ideológicas, religiones, preferencias sexuales y también partidos políticos, gente que me hizo ser tolerante ante el pensamiento distinto porque si de algo estoy convencido es de que la verdad tiene más de dos caras.
Por eso cuando me invitan a eventos, congresos o conferencias y mi tiempo me lo permite, asisto sin miramiento al color de la fachada, sin prejuicio. Eso ha logrado que tenga un panorama más completo de la realidad, una vista 360 grados, y sé que ningún partido político es del todo malo, que ninguno es la salvación absoluta.
De ahí mi reconocimiento a los jóvenes que aún militando en un partido político utilizan la autocrítica -esa que construye- y pueden ver aciertos también en la oposición. Esos son los ciudadanos que México necesita, los que puedan sentarse con todas las fuerzas políticas en vez de confrontarlas, que dialoguen con sus contrarios y en vez de encerrarse en círculos tricolores, blanquiazules, naranjas, amarillos, o aguamarinas, creen lazos en pro del bien común. 

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